Una de
las tradiciones
de la ciudad,
es ir visitando cada uno
de los locales para probar
los distintos pinchos
Cuando Hemingway visitó por primera vez
España, como cualquier turista en un nue-
vo destino, no se podía imaginar el interés
que le iba a suscitar España en general,
y la ciudad de Pamplona en particular. El
ambiente festivo, el carácter español y las
corridas de toros le sedujeron de tal ma-
nera, que se convirtieron en el escenario
de algunas de sus mejores novelas y en un
segundo hogar para él.
Y es normal enamorarse de esta ciudad, si-
tuada muy al norte de España, fundada por
los romanos y atravesada por el Camino
de Santiago, es hoy una ciudad moderna
y acogedora con una amplia oferta de ac-
tividades: pasear por calles adoquinadas;
descansar en parques y terrazas; saborear
los deliciosos pinchos de los locales; visitar
monumentos históricos; acudir a sus pecu-
liares tradiciones festivas con encierros y
corridas de toros o admirar deportes con
solera como la pelota.
Historia
La llanura de la cuenca de Pamplona se
sitúa rodeada de montañas, lo que ha fa-
vorecido siempre el asentamiento del hom-
bre. En las terrazas del río Arga se han
localizado herramientas de piedra que se
remontan unos 75.000 años atrás. Hacia
el primer milenio a. C. ya existía un primer
poblado de vascones bajo la ciudad actual,
origen del nombre Iruña, en vascuence “la
ciudad”. El general romano Cneo Pompeyo
Magno llegó en al año 75 a. C. y fundó la
ciudad según el modelo urbanístico roma-
no. Le dio su nombre, Pompaelo, y acen-
tuó su función de enlace estratégico entre
la península y Europa.