Así funciona una EDAR
Las plantas depuradoras tienen la función
de recoger el agua proveniente de las redes
de saneamiento y devolverlas al cauce con
unos parámetros de contaminación adecua-
dos. Estas aguas no siempre se devuelven
totalmente limpias, es decir, normalmente se
devuelven al río con ciertos parámetros que
son calculados para que la contaminación
sea eliminada de forma natural. Se trata de
la llamada depuración natural que se produ-
ce constantemente en todos los ríos, arro-
yos o lagos.
En el caso de la EDAR de Ávila, el proceso
es el siguiente:
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Antes de llegar a la planta, el agua
pasa por un pretratamiento exterior
donde se hace un desbaste con rejas
de 7 cm de paso, retirando residuos
más voluminosos, (ramas, piedras,
maderas, corchos, plásticos…) al
vertedero, esta parte es fundamental
para el funcionamiento de los proce-
sos posteriores y para la protección
de todos los elementos electromecá-
nicos de la planta.
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El agua llega por gravedad al bom-
beo de entrada de la EDAR. Desde
aquí se bombea a una altura de 10
metros para que pase por las de-
más partes del tratamiento por su
propio peso.
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En primer lugar, se realiza el pretrata-
miento del agua, con el que se des-
basta, tamiza, desarena y se retiran
flotantes. Los residuos superiores a 3
mm (piedras, arenas, restos de comi-
das, papeles, plásticos, palillos de los
oídos…) son enviados al vertedero
municipal.
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A continuación, el agua va al trata-
miento primario, donde pasa por
unos decantadores primarios con
forma de cono, por cuya parte inferior
se retiran sólidos disueltos y sólidos
en suspensión.
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Después pasa por unos rototamices
(cilindros perforados de 1 mm) para
el supertamizado para luego ir al re-
actor biológico, que es el corazón de
una depuradora. Aquí viven una serie
de microorganismos -en realidad es
un ecosistema-, que se alimentan
de la materia orgánica disuelta en el
agua residual. También tienen lugar
procesos de eliminación de nutrien-
tes (nitrógeno y fosforo).
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Para puntas de caudal elevadas, se
utilizan los tanques de laminación,
donde se almacena para cuando lle-
guen horas de menor caudal.
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Tras pasar por el reactor biológico, se
utiliza la soplante para inyectar aire en
eficiencia energética y la autosuficiencia. El
fango y el biogás son dos subproductos que
se obtienen en este ciclo y que son aprove-
chados en su totalidad.
Como explica Jaime Lobato, con la reforma
concluida en 2014 se creó un gasómetro,
donde se almacena el biogás sobrante, me-
tano en su mayor parte, con el que se ge-
nera parte de la electricidad utilizada en la
planta (en concreto en el edificio de control y
mando), tras quemarlo en un motor genera-
dor. A lo largo de 2015 se pondrá en marcha
otra parte de la estación, con la que se prevé
que se caliente mejor el fango, se produz-
ca más biogás y se genere más electricidad
para la propia planta.
Tampoco el fango sobra. Cada día, seis
camiones de diez toneladas pasan por la
planta a recoger esta materia convertida en
abono para después repartirla a agricultores
que la utilizan en sus campos de cultivo de
cereales. Semanalmente, se producen 300
toneladas de esta materia que se utilizan
en unas tierras que a su vez son regadas
por las mismas aguas procedentes de los
embalses cercanos a los que llega el agua
depurada.
Así se cierra un ciclo en el que naturaleza,
innovación tecnológica y la mano del hom-
bre trabajan conjuntamente para que este
bien pueda ser reutilizado con una calidad
óptima y, tras futuros procesos, pueda ser
consumida por los vecinos de Ávila.
Jaime Lobato, responsable de la planta de Ávila.