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Los seis días
de excursión desde que
aterrizas hasta la base
del Kilimanjaro están
repletos de escenarios
desconocidos, ya que se
atraviesan cinco zonas
climáticas diferentes
“El día
que se corona caminas
durante 18 horas
y después duermes
una noche más en el
campo”, relata Drakulic
Monte Kibo en el
Parque Nacional del
Kilimanjaro.
aventura era que combinaba un reto de-
portivo, una cultura extranjera y un viaje al
continente africano. Tan pronto como uno
se baja del avión, el aire es placenteramen-
te cálido y se olvida el invierno europeo.
Los seis días de excursión están repletos
de escenarios desconocidos, ya que se
atraviesan cinco zonas climáticas diferen-
tes: un espeso bosque tropical, seguido de
páramos y extensiones de matorral cuyas
plantas —los senecios más altos del mun-
do— crecen hasta nueve metros, y, por
último, un desierto estéril de piedras rema-
tado por tres glaciares. Los excursionistas
van acompañados por guías del pueblo
Chagga, que es originario del macizo del
Kilimanjaro. Guían a los caminantes por la
ruta elegida, montan las tiendas, preparan
la comida...y, al mismo tiempo, abren una
ventana a la vida y las costumbres.
18 horas hasta la cima
Antes de que los montañeros se acercaran
a su objetivo (la cima del Kibo) habían es-
tado de viaje durante cinco días. La jorna-
da en que se corona exige lo máximo a los
montañeros y requiere una disciplina y una
tenacidad extremas, ya que ese día todavía
quedan por ascender otros 1.300 metros.
“Salimos a eso de las 11 de la noche y al-
canzamos la cima justo antes del amane-
cer”, señala Isabella Drakulic. “Pero cuando
lo conseguimos y nos quedamos allí de
pie, en la cima, todos nuestros esfuerzos
se vieron recompensados. La sensación de
euforia te embargaba y la vista despejada
por encima de las nubes y hacia el veci-
no monte Meru fue inolvidable”, recuerda,
emocionada aún por la experiencia incluso
después de su vuelta.
Tras una sesión de fotos en la cima, con
poco aire, a menos 15 grados centígrados
y con fuertes vientos, el grupo comenzó el
descenso. Llegaron al campo base a 3.200
metros de altitud alrededor de las 5 de la
tarde. “El día que se corona caminas du-
rante 18 horas y después duermes una
noche más en el campo”, relata Drakulic.
De vuelta a la comodidad del hotel, quedan
dos días más para el relax y para revivir la
experiencia con el grupo. Después viene el
regreso a casa, con una experiencia vital in-
olvidable en la mochila y pensando en cuál
será el próximo objetivo...
Isabella (la 3ª por la
derecha) con sus
compañeros de
excursión y los guías.
p e r s o n a s